Si eres un fan del mountain bike, llegará un momento en el que te tengas que enfrentarte a la lluvia y al barro. Así que ya va siendo hora de echarle un buen vistazo a los neumáticos para mojado.
En este artículo vamos a analizar las diferencias entre los neumáticos de lluvia y de seco. Además, te explicamos lo que debes tener en cuenta a la hora de elegir unas gomas y cómo sacarles el mayor partido.
Neumáticos de seco
Obviamente con buen tiempo hay que utilizar neumáticos de seco. Este tipo de gomas por lo general tienen menos dibujo y unos tacos más cortos porque en esas condiciones no es necesario “morder” mucho para disfrutar del agarre necesario.
Los tacos están más juntos pues no hace falta lidiar con el barro y, por lo general, el neumático tiene un perfil mucho más redondo. Lo más común es que los tacos tengan una altura similar tanto en el centro como en los extremos.
En los modelos para seco los fabricantes pueden usar un compuesto un poco más duro de goma con el objetivo de disminuir la resistencia al rozamiento. La teoría es que así se puede alcanzar una mayor velocidad. La desventaja de un compuesto duro es que no se comportará bien cuando llegue la lluvia, pero mientras no aparezca el líquido elemento, no tienes de qué preocuparte.
El ancho del neumático es algo muy personal, pero lo normal es que los modelos de seco sean más grandes. Para las gomas de XC/trail se suele emplear un tamaño a partir de 2,2 pulgadas.
Neumáticos de lluvia
Los neumáticos de agua se reconocen enseguida porque sus tacos son mayores y están más separados unos de otros.
Los tacos, al ser más grandes, “muerden” más el barro, lo que favorece el agarre; mientras que la separación entre ellos impide (en la medida de lo posible) que el lodo se quede pegado.
El compuesto del neumático es más blando, lo que aumenta el agarre bajo el agua, sobre todo al rodar por encima de raíces o piedras. Este tipo de gomas ofrece más resistencia a la rodadura pero no conviene olvidar que el objetivo prioritario es conseguir el mayor agarre posible, incluso a costa de la velocidad.
A menudo los neumáticos para lluvia tienen unas pequeñas ranuras en los tacos que permiten que se retuercen y deformen sobre superficies mojadas o resbaladizas.
Por último, los neumáticos de lluvia a menudo (pero no siempre) suelen ser más estrechos que los de seco. Una goma más angosta “muerde” mejor y con más profundidad en el barro en busca del agarre, que es lo fundamental. Al ser los neumáticos más estrechos tendrán menos tendencia a bloquearse con el barro en la zona de la horquilla y en la vaina inferior del cuadro (la que va del eje del pedalier al eje de la rueda trasera).
El término medio
Hay una solución a medio camino, los neumáticos intermedios. No son ni totalmente para el barro ni totalmente para seco pero, con algunos compromisos, son capaces de enfrentarse a casi cualquier situación.
Por lo general, tienen tacos que no son muy grandes en el centro y de mayor tamaño en los laterales con el objetivo de ofrecer el mejor agarre posible en las curvas.
Los neumáticos intermedios cada vez se usan más pues son muy versátiles. Se adaptan de maravilla a los climas en los que llueve y hace sol de forma ininterrumpida.
Tubeless (sin cámara)
Poner neumáticos sin cámara en tu mountain bike es una gran idea, pues así se reduce la posibilidad de sufrir un pinchazo. Aunque lo más importante es que este sistema permite rodar con presiones más bajas, lo que aumenta el agarre.
Cuando llueve puedes incluso bajar todavía más la presión de los neumáticos, pero ten cuidado, pues si te pasas de la raya es posible que se llegue a morder la goma o que la llanta se abolle. El secreto consiste en encontrar el mejor equilibrio.