Para realizar este proyecto, Manow necesitaba el socio adecuado. Luke Aikins era el piloto perfecto para el trabajo. Por un lado, ya ha dominado muchas aventuras locas como paracaidista y, por otro, es uno de los mejores pilotos acrobáticos del mundo como parte de Red Bull Air Force. Así que conoce los dos lados: el del piloto y el del paracaidista. Además, Aikins es un inventor superdotado.
Hasta que Manow y Aikins no encontraron el cañón Hell Hole Bend en el río Little Colorado, en el Parque Tribal Navajo de Arizona (EE UU), no supieron que su idea podía funcionar. La anchura y profundidad de esta zona del Gran Cañón era perfecta para intentar la maniobra con seguridad.
La visión del proyecto de Max Manow
El objetivo de Manow era desarrollar una maniobra que pudiera repetirse un número infinito de veces sin tener que aterrizar: un paracaidismo sin fin. Los ingredientes de esta proeza sin precedentes eran los siguientes:
“Cuando Max me llamó y me preguntó si podía subirlo a un avión, pensé que estaba un poco loco”, recuerda el piloto acrobático Aikins. Al final, a Aikins le encantó que a Manow se le ocurriera una idea tan innovadora y creativa y lo incorporara al proyecto.