Tras los tropecientos títulos de España y uno de Europa de Antonio Zanini, los rallies en España tuvieron su relevo en Carlos Sainz. Dos temporadas de arduo trabajo con Ford trajeron una oferta de Toyota, que se convertiría en el trampolín para que Carlos Sainz ganase el título de 1990 y luchase hasta el final por el de 1991.
En 1992 Toyota estrenaba el Célica ST-185, una versión más aerodinámica y en teoría mejorada del ST-165 que había pilotado hasta entonces, mientras Lancia presentaba una versión anabolizada del Delta Integrale 16v.
CARLOS SAINZ: “La temporada empezó con buenas expectativas y mucha ilusión. Teníamos mucha esperanza en el coche, porque habíamos hecho bastantes pruebas. Pero Montecarlo fue una sorpresa, porque vimos que no iba a ser nada fácil. Al principio había bastante nieve, pero llegando a Mónaco estaba todo seco, y los Lancia nos recuperaban del orden de un segundo por kilómetro”.
Sainz lideró durante siete tramos, pero no pudo con el empuje de Didier Auriol, quien acabó sacándole más de dos minutos en la última etapa, que le dieron el rally. Sainz y Moya fueron segundos, por delante de Juha Kankkunen.
SAINZ: “Seguimos haciendo pruebas y en Portugal creímos haber solucionado la mayoría de problemas, pero el coche resultó muy difícil de conducir. En 1991 le sacamos casi tres minutos a Kankkunen, tras las etapas de asfalto y en 1992 él iba tercero con casi otros tres minutos por delante nuestro. Y en la tierra pasó algo similar”.
“Entonces, desistimos de luchar contra Biasion por la segunda plaza y nos centramos más en acabar la prueba, porque preferimos puntuar tanto como fuese posible, en vez de arriesgarnos y tener un cero”.
Sainz solo ganó 4 de los 41 tramos del rally, ninguno de más de 10 kilómetros. La prueba tuvo cuatro líderes: Markku Alèn, François Delecour, Andrea Aghini y el propio KKK, vencedor final, 1’33” por delante del Ford de Massimo Biasion y 4’59” por delante de Sainz.
Tras un difícil Portugal, llegaba una prueba radicalmente diferente.
SAINZ: “El Safari siempre es diferente. El coche es distinto en todo: motor, suspensiones, altura, refuerzo… Usamos las suspensiones y la gran mayoría de elementos mecánicos de 1991, cosas que solo se pueden usar allí, porque el tipo de carrera es diferente, al no haber secciones totalmente al sprint, se penaliza más por minutos que por segundos, y el terreno es más de raid que de rally”.
La táctica desplegada en Portugal de no arriesgar más de la cuenta dio resultados, al tener el equipo español menos percances de los esperados, que les dieron la primera victoria del año, 52 minutos por delante de Kankkunen.
De todos modos, ahora empezaba la fase más complicada del año.
SAINZ: “En Córcega, tras unos tests muy intensos, vimos que las gomas no duraban más de ocho o nueve kilómetros. Con una media de tramos de 25 o 30 km, en el primer tercio íbamos a la par o algo más rápidos que los Lancia. Pero desde entonces, la suspensión que llevábamos degradaba los neumáticos y perdíamos un mundo. Además, en carrera hizo más calor que en los tests, por lo que fue aún peor para las gomas”.
Auriol estuvo muy inspirado en un rally que ya había ganado en 1988 con Ford y lideró de principio a fin, consiguiendo una nueva victoria para Lancia. Sainz fue cuarto a más de cuatro minutos y medio.
SAINZ: “En Grecia hubo algo de follón dentro del equipo. No me gustaban los reglajes del coche y decidí llevar los de 1991. Pero no funcionaban con el ST-185, y después del primer día no salían los tiempos. Y los reglajes de Alèn y Schwartz tampoco funcionaban. Y acabamos saliéndonos de pista, en un barranco… Fue el peor momento de todo el año”.
Auriol ganó nuevamente sin dejar que nadie le hiciese sombra. Por detrás acabaron Kankkunen, Biasion y Colin McRae.
SAINZ: “Desde entonces, nos centramos en descifrar los problemas reales del coche, porque todo el mundo daba su opinión. Desplegamos un método para descartar sistemáticamente todo lo que no fuese cierto con respecto al comportamiento del coche”.
La fase del Mundial con los rallies más lejanos repartió las victorias. En Nueva Zelanda, el Toyota luchó contra el equipo oficial Subaru, con Ari Vatanen y McRae, pero no fueron una amenaza real para Sainz, quien desde el decimocuarto tramo hasta el 38º y último dominó con autoridad para lograr la segunda victoria del año.
En Argentina, duelo directo entre Sainz y Auriol, mientras Kankkunen era reemplazado por Jorge Recalde. De los 28 tramos, se suspendieron cinco y en los otros 23, Sainz ganó diez y Auriol trece, pero ambos empataron en dos. La victoria de Auriol, cuarta del año, ponía en serios aprietos a los españoles, quienes necesitaban restar puntos al francés como fuese.
Llegados a Australia, Sainz tenía 92 puntos y Auriol 100, tras ganar en Finlandia (Sainz no corrió allí) y conseguir su quinta victoria en seis rallies disputados. En 1992, pese a haber 14 pruebas, los pilotos sólo podían correr 10.
LUIS MOYA: “Viajamos a Australia a darlo todo, porque acabar segundos, si Auriol ganaba, no nos convenía de cara al título. Desgraciadamente, fue aun peor: ganó Didier, Kankkunen fue segundo y nosotros terceros. No tuvimos opción”.
SAINZ: “Creíamos que ya no tendríamos opciones al título. Quedaba la esperanza de que podía pasar de todo, pero en Australia no habíamos estado cerca de la cabeza, al igual que en Grecia”.
SAINZ: “No fuimos a Sanremo, y allí Auriol se retiró por accidente. Nuestras opciones pasaban por ganar en España y Gran Bretaña y que Auriol volviese a tener algún problema. Preparamos el Catalunya a conciencia y por primera vez en todo el año disfruté con el coche, sobre todo en asfalto. Los ‘scratch’ en los dos primeros tramos reflejaron que podíamos ser competitivos en esa superficie, algo inesperado porque siempre habíamos sido mejores en tierra”.
MOYA: “Montamos un chasis menos rígido y otros pequeños cambios acabaron por transformar el coche. Tener más tiempo de preparación nos permitió tener una máquina realmente competitiva. Con la ventaja que tuvimos en el asfalto nos defendimos en la tierra, donde los Lancia fueron muy superiores”.
Sainz lideró de principio a fin en el Catalunya, y se vio beneficiado por una salida de pista de Auriol al romper la dirección asistida, perdiendo 35 minutos. Además, al francés le cayeron 15 minutos de penalización por llegar tarde a un control horario. Su décimo puesto solo valió un punto.
Sin embargo, Kankkunen apretó las clavijas a Sainz en las dos últimas etapas, al recuperarle una media de medio segundo por kilómetro, pero una ligera modificación en las suspensiones ayudó a contener el ataque del finlandés. Los últimos 100 kilómetros de rally fueron extremadamente tensos. Sainz tenía 1’01” de ventaja y KKK le recortó 25”. “Estoy corriendo como nunca, no puedo correr mas”, dijo el español, quien respiró al conocer los cronos de “El Subirà 2”, el mismo crono donde, por el contrario, Fernando Capdevila perdía 35 minutos por un problema eléctrico y una más que posible victoria en el Grupo N.
Finalmente, Sainz ganó por 36” lo que le dejaba con 124 puntos en la general, por los 122 de KKK y los 121 de Auriol.
Todo se iba a decidir en el RAC británico, del que hablamos en el enlace de abajo.